Pearl Jam firman una noche apoteósica en Barcelona

El pasado martes el Palau Sant Jordi de Barcelona fue testigo de un concierto que pasará a la memoria de muchos y nunca en el olvido, ya que los de Seattle firmaron un concierto memorable. Treinta temas y casi tres horas de puro espectáculo saciaron la larga ausencia que los de Eddie Vedder arrastraban en Barcelona. Como recordó Eddie, 12 años en los que ha echado de menos nuestra ciudad, y por ello nos iba a compensar con una noche inolvidable.

Tras quince minutos de retraso y con un Sant Jordi que vistió sus mejores galas con un eufórico público que no paraba de hacer la ola (al tiempo que se escuchan gritos de olé, olé, olé, olé), Pearl Jam aparecen en el escenario con una ovación ensordecedora que solo se detiene al escuchar los primeros acordes. Arrancan con la cara B del single Merkin Ball de 1994, rescatando una tierna Long Road que termina arrancándonos una enorme sonrisa a todos y cada uno de los presentes. Después de la tormenta no llega la calma, Pearl Jam así lo demostró e invirtió el sentido del dicho lanzando otra pieza de bajo ritmo como es Elderly Woman Behind the Counterin a Small Town para acto seguido arrollarnos con una acelerada Corduroy.

Como era de esperar la selección de temas se centró en su etapa de los noventa, la que marcó a toda una generación, haciendo de nuestra adolescencia algo mejor, justo cuando el grunge estaba en la cresta de la ola y grupos como Nirvana o Soundgarden hacían sacar humo de las cintas de nuestros cassettes. El hecho de que la última referencia de la banda se remonte al 2013 con “Lightning Bolt” hizo que la banda se relajase y disfrutara haciendo el repertorio que querían y no el que exige la presentación de un nuevo disco. A diferencia de lo que muchos pensaban, no sonó Can’t Deny Me, primer y único adelanto del trabajo que preparan para el próximo año.

Lo que transmite Vedder es algo místico y se vio en todo momento cercano, disfrutando, saltando y corriendo como si fuera la primera vez que se subía al escenario, llevando hasta los límites la euforia de todos. Tras Do The Evolution, chuleta en mano, Eddie Vedder tiró de español: “¿Por cierto, que le pasó a España? Ese partido de fútbol contra Rusia fue una mierda”, después de preguntar qué tal fue.

Los setlists de Pearl Jam son tan imprevisibles como trepidantes, combinando piezas que tal vez nunca han compartido una noche; mención especial a Oceans de su primer disco «Ten» (1991), tema que hacía mucho que no tocaban y que dedicaron a un fan que falleció recientemente. Las rarezas llegaron de la mano de Light Years o una celebradísima State of Love and Trust. En Given To Fly, Mike Mc Cready y Stone Gossard quemaron cuerdas mientras Matt Cameron destrozaba las baquetas. Vedder recordó la importancia de la igualdad y el peso de la mujer en Daughter, dedicando el tema a madres, esposas, novias, hermanas, amigas e hijas.

Una arrolladora Porch nos llevaría a cerrar la primera parte del concierto, donde un Vedder desbocado terminó por estampar el soporte del micro contra el suelo mientras la batería de Cameron caía como una bomba sobre el Palau. Pasados unos minutos asaltaban de nuevo el escenario para culminar en un bis repartido en dos bloques. El primero arrancaba con una Sleeping by Myself en formato acústico y con Vedder al ukelele. Final apoteósico, la triada Black, Once y Rearviewmirror hacía del estadio una auténtica olla a presión. El segundo bis tuvo un punto de inflexión y ese fue el momento en que se encienden las luces del Sant Jordi justo después de Wasted Reprise, para dar paso a Better Man y el himno Alive en el que todo el mundo aportó su voz a modo coro. Realmente mágico, cerrando con una Yellow Ledbetter como colofón final.

Crónica de Manel Ferrer | Imágenes de Toni Rosado (Mad Cool Festival)