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Un Vampiro suelto en Brooklyn

Escrito por el 15/05/2013

Hay grupos que hacen buenos discos pero pasan desapercibidos. Los hay que hacen discos excelentes y que se quedan con una buena crtítica en la prensa y unos cuantos seguidores que se van perdiendo con el tiempo. Y después están los grupos de Brooklyn, raza aparte.  Hace no mucho tiempo si decías que eras de Brooklyn los programadores de salas te hacían la ola, las indie girls, groupies y hipsters se bajaban las bragas antes de llegar a la segunda sílaba «Klyn» y los bogavantes se partían en dos por el pecho en un gesto de frescura sin precedentes, deseosos de ser devorados por el artista en cuestión…

He aquí nuestro breve repaso a la movida Brooklyniana, desde sus inicios hasta su última pieza: «Modern Vampires of the City«. 

Corría el año 2009 cuando Animal Collective se alzaban con el mejor disco del año por su excelente «Merriweather Post Pavillion» y bandas como Grizzly Bear, St. Vincent, Passion Pit o Dirty Projectors, entre otros se incluían en el TOP 10 del mismo año entre los discos más destacados de ese momento. Un momento que consagró un año más tarde cuando el segundo disco de  Vampire Weekend «Contra» se convirtió en el más vendido en U.S.A.

Pero hay que mirar más atrás en el tiempo para para ver cómo se prendió fuego a una mecha que años después haría explotar el fenómeno del potente barrio Neoyorkino. Varios críticos y músicos acuerdan en fijar, en agosto del año 2002, como la fecha en la que se inició esta extraordinaria movida desarrollada en los sectores de Williamsburg, Greenpoint, Bushwick y DUMBO. En ese verano se celebró un festival al aire libre cuya tarima estaba colocada debajo del puente de Williamsburg, donde tocaron varias bandas locales encabezadas por los también neoyorquinos Yeah Yeah Yeahs. El concierto tuvo un sorprendente éxito que ni el público ni los mismos artistas esperaban. Chris Taylor, de Grizzly Bear (agrupación que para la época ni siquiera estaba formada) recuerda que la sensación de esa noche era especial: «había algo en el ambiente que predecía que algo importante iba a suceder.» Esa misma impresión la compartieron otros asistentes de la noche como Kyp Malone (TV on the radio) y el recién llegado a Brooklyn Devendra Banhart.

Precisamente Banhart personificaría un considerable hito en todo este fenómeno. Él se vino a Brooklyn desde Los Ángeles para grabar ese par de álbumes que muchos consideran como lo mejor que ha hecho hasta la fecha el creador del movimiento «freak-folk»: «Rejoincing in the hands» y «Niño Rojo» -ambos editados en 2004. La música -y el éxito- de Banhart hizo bajar la mirada que los críticos tenían puesta sobre el Lower East Side de Manhattan, donde vivían y tocaban The Strokes, para posarla en ese distrito que queda al sur-este de Manhattan donde, como proféticamente predeciría Rob Harvilla del Village Voice: «algo importante comenzaba a gestarse».

Si bien ya los críticos del resto de los Estados Unidos y Europa le tenían el ojo puesto a Nueva York gracias al extraordinario que significó «Is this it» (2001), el primer y mítico disco de The Strokes, con el paso del tiempo las producciones del quinteto liderado por Julian Casablancas alejaron el foco de atención que estaba posado sobre ellos. Justo en ese momento, TV on the radio edita el aclamado «Return to cookie mountain» (2006) y, para esa misma época, Grizzly Bear edita su ópera prima, «Yellow House» (2006), logrando llamar la atención de los medios indies internacionales, o lo que es lo mismo, Pitchfork apuesta por ellos y el resto lo compran, aunque no sin acierto. En 2007 St. Vincent debuta en la escena con su «Marry me» y Yeasayer haría lo propio con «All hour cymbals«. De igual forma, Animal Collective editaría para la fecha su segunda producción «Strawberry Jam«.

2008 sería un año determinante para la consolidación de Brooklyn como epicentro de la música independiente. Ese año TV on the radio editó el excelente «Dear science» -incluido en numerosas listas de lo mejor del 2008. MGMT edita el innovador «Oracular spectacular» logrando un avasallante éxito en el Reino Unido, y Vampire Weekend publica su primer disco homónimo, que los coloca en la palestra de la escena musical norteamericana y con el que consiguen un éxito abrumador en Europa a través de la participación en numerosos festivales.

Uno se imagina un barrio plagado de artistas y músicos que están cambiando la forma de escuchar música en el mundo. Un barrio cuyas reuniones de vecinos o fiestas del parque se convierten en el acontecimiento del año para cualquier persona sensible a las nuevas corrientes artísticas o para el hipster medio, siempre al acecho de nuevos Dioses a los que adular, por mucha pinta de demonio que puedan llegar a tener.

Pero si algo resulta difícil en Brooklyn es definir un sonido que caracterice lo que este grupo de bandas nos ha ofrecido durante los últimos años. Lo que hace Grizzly Bear difícilmente podría parecerse a lo que hace Dirty Projectors, y la propuesta de White Rabbits no podría estar más alejada de la de St. Vincent. Parecía que cada uno por su lado estuviera esforzándose por presentar un sonido nuevo, donde conviven en armonía géneros distintos, tocados por instrumentos inusuales en el rock, como los clarinetes que St. Vincent incluye en sus arreglos, las dos baterías que tiene White Rabbits, los impredecibles beats que hay en las canciones de Passion Pit, los fabulosos arreglos vocales que ejecutan las dos vocalistas de apoyo de Dirty Projectors o los peculiares clavicordios de Vampire Weekend.

No sólo la crítica especializada se ha esmerado en rendirle halagos a la música que se está haciendo en Brooklyn. Destacadas personalidades de la escena musical han hecho lo propio. Tanto David Byrne como Bjork consideraron en su momento a Dirty Projectors como su banda favorita. De hecho, en 2008 ella los escogió como su banda de apoyo para un memorable concierto que diera en un pequeño café de Manhattan, y Byrne grabó su voz en un tema junto a ellos -incluido en el compilado «Dark was the night» (2008), además de haber publicado un dico «Love this Giant» junto a St Vincent el pasado 2012. Jay-Z, por su parte, ha declarado su admiración por MGMT y Grizzly Bear. De hecho, él le pidió a MGMT que les compusiera un beat para su Blueprint 3 que el propio Jay-Z nunca usó. Sin embargo, Jay-Z sí incluyó a Kid Cudi, un joven rapero que también había compuesto temas para Kanye West, y que recibió el apoyo de otros grandes del hip-hop y de la crítica gracias a «Man on the moon» (2009), su ópera prima. Y también vive en Brooklyn, por cierto…

Esta escena ha llamado también la atención de músicos de otras partes de Estados Unidos y de Europa, que han decidido instalarse en Brooklyn para desarrollar su trabajo. David Longstreth (creador y director de Dirty Projectors) vino desde Inglaterra. St. Vincent vino desde Oklahoma y Sufjan Stevens se mudó desde Chicago para instalarse por un tiempo en Brooklyn. Devendra Banhart, uno de los representantes de este movimiento, constituiría una irónica excepción, ya que en 2009 volvió para Los Ángeles luego de haber firmado con Warner Bros…

Este breve repaso nos sirve para situar a una de esas célebres formaciones en la actualidad. Como deciamos, Vampire Weekend pertenecen a ese otro grupo de bandas que consiguen portadas en la prensa y fans por doquier. ¿Mejores? ¿Oportunistas? ¿Hype? Nada ocurre por casualidad y hay grupos que saben expresar algo capaz de llegar a muchas personas. Además de eso Vampire Weekend nació en el momento adecuado y aportó a la escena parte de lo que necesitaba: frescura, canciones pop y ese toque afropop – que justo por entonces empezó a estar en boca de todo el mundo- que los hace , junto a su imagen de niños bien, tan accesibles. De ahí que se convirtiera en uno de los iconos de la edición del Primavera Sound 2008 y escalara hasta las más altas posiciones de lo mejor de aquel año.

En Enero del 2009 y después de 18 meses de gira VW empiezan a grabar su segundo disco en Nueva York aunque pensaron en desplazarse a California para grabarlo. De todas maneras, el espíritu de la costa Oeste pululaba por todas las canciones junto a las pinceladas electrónicas, los riffs recién salidos del Congo y los ritmos latinos y africanos. El sonido del disco era homogéneo pero con una paleta de sonidos y melodías más amplia que en su predecesor, aunque el denominador común era intensidad contenida (interprétese no necesariamente de forma peyorativa). El batería Christopher Thomson dijo “creo que sonamos más a Vampire Weekend que en el primer disco” y es que supongo que en tu segundo disco crees que ya sabes lo que quieres.

Pero visto ahora, a tiempo pasado, «Contra» no fue más que una confirmación del sonido que patentaron con su debut y que aportó poco más, en cuanto a nivel evolutivo se refiere, de la propia banda pasando sin pena ni gloria en nuestras vidas, pese a su buena dosis de hits. Pero ahora, casi tres años después vuelven con nuevo trabajo bajo del brazo y todo parece volver al punto inicial. Tras las primeras escuchas, todo apunta a que la difícil tarea de superar las expectativas de sus éxitos anteriores va por buen camino. Nos encontramos ante un trabajo más maduro y liberador para los empollones de Columbia, aportando una nueva dosis de tranquilidad a sus cortes y un sonido distinto, de lo que tiene buena parte de culpa la colaboración externa de Ariel Rechtshaid (Cass McCombs, Theophilus London, Major Lazer) como productor del disco y en la nueva metodología de grabación usada para «Modern Vampires of the City», realizada en estudios antiguos y espacios campestres, con instrumentos antiguos y analógicos.

Se trata de un disco más arriesgado que sus anteriores por los nuevos elementos que incorporan a su sonido, pero que sin duda, en nuestra opinión, son un acierto.

Juzguen ustedes mismos:


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