Crónica de Idles · Sábado 2 de marzo de 2024, Sant Jordi Club, Barcelona
La banda de Bristol pasó como un vendaval por Barcelona gracias a un concierto de meticulosa perfección. Un auténtico frenesí de emociones donde el quinteto británico no se guardó absolutamente nada, reivindicando su poder arrollador cuando se trata de sacar la rabia, el amor por la música y el mundo. El Sant Jordi Club reafirmó que una propuesta nada comercial y mucho más alternativa puede ir ligada a grandes noches de pabellones, donde la presentación de “TANGK” va a desarrollarse a lo largo de una extensa gira, dejando las salas o clubs más pequeños como algo anecdótico o para el recuerdo.

Capitaneados por el salvaje Joe Talbot, Idles asaltaron un Sant Jordi Club que, como era de esperar, lucía el cartel de «no hay entradas», con un público entregado contagiado por la energía que desprenden Talbot y los suyos. El dulce piano de Idea 01 abriría un generoso setlist de dos horas y veintiséis temas (con guiño a Mariah Carey en la recta final), repasando parte de su discografía, defendiendo «TANGK» casi en su totalidad. El disco, que lleva sello de Nigel Godrichm coge fuerza en directo, con secciones rítmicas de mucha calidad y guitarras asfixiantes. Colossus lo puso todo patas arriba y ya no había vuelta atrás: Mr. Motivator, Mother o las imponentes distorsiones de Car Crash, sumadas a la contundente batería de Jon Beavis, crearon un auténtico éxtasis sónico, en el que el juego de luces estroboscópicas jugó un papel muy importante. Como hooligans en un pub inglés nos sentimos con I’m Scum; 1049 Gotho fue otro de esos momentos épicos, post-punk de tintes hardcore donde las guitarras de Mark Bowen y Lee Kiernan sacan músculo. Mientras, los “viva Palestina” con bandera incluida y los “Fuck the king” se sucedieron a lo largo del salvaje recital con actitud antifascista.

Una tierna Grace nos dio un respiro para coger aire y afrontar un final apoteósico donde no hubo tregua. Crawl! sonó bestial, defendida con valentía, sudor y rabia como arte de expresión. The Bachland Ballroom o la potente Never Fight a Man With a Perm se alternaron con las pegadizas POP POP POP y Dancer, esta última fruto de la colaboración con James Murphy de LCD Soundsystem, aportando un sonido más sofisticado, pero sin perder la potencia que les caracteriza en directo. Danny Nedelko y Rottweiler pusieron la guinda con un final de infarto, en el que Talbot hizo dueto a la batería con Jon, mientras las guitarras de Lee y Mark fueron como bombas sonoras, llevando los pedales y cuerdas al límite.

Consagrados como una de las figuras más relevantes del panorama, Idles volvieron a demostrar un estado de forma excepcional, con un concierto sin fisuras y directo, con latigazos en forma de distorsiones que perduraran por mucho tiempo en nuestra memoria, dejando claro que el éxito de los de Bristol no es casualidad o una moda pasajera.
Texto: Manel Ferrer
Imágenes: Toni Rosado

Opiniones
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Heidi Fourneyron / 06/03/2024, (12:59)
Un concierto épico y un público de puta madre ! Vine especialmente de Francia para verlos, y todavía tengo subidas de adrenalina !!!