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Fania Records: el poder de los Nuyoricanos

Escrito por el 02/10/2021

¡Salsa para todos! Este 8 de octubre se publica “It’s a Good, Good Feeling: The Latin Soul of Fania Records” para dar a conocer al mundo la historia del destartalado sello neoyorquino que regaló salsa y ritmos latinos a todo el planeta.

Los fundadores: Pacheco y Masucci

1967 fue el año en que el boogaloo latino, una fusión de R&B afroamericano y ritmos cubanos arrasaba las calles del Harlem y definía la diversidad del distrito neoyorquino. Los fundadores de Fania Records, Jerry Masucci ,productor, promotor, y empresario estadounidense, y el músico dominicano Johnny Pacheco, definieron desde East Harlem un género a finales de los años 60, la salsa.

Aunque Johnny Pacheco,, devoto de la música tradicional latina, considera el boogaloo un estilo horroroso, aprendió rápido a contar los billetes que ganaba su sello, Fania Records con ese estilo musical. Después de la moda del boogaloo, aparece un conjunto de nuevas y jóvenes estrellas que darán personalidad con su carisma a Fania Records, el sello latino más importante de los Estados Unidos. La salsa, su distintiva mezcla de ritmos tropicales tradicionales, se convertirá en la vibrante banda sonora de la escena pre-disco de Nueva York.

El DJ y productor Dean Rudland, responsable de la recopilación del sello Fania Records, habla del sello como la “Motown de la música latina”, un emblema que demostró el poder de la comunidad nuyoricana, una comunidad que podía llenar el Yankee Stadium son su música y sus artistas.

Johnny Pacheco,, un flautista nacido en la República Dominica que introdujo la locura de la danza cubana pachanga en los Estados Unidos, se unió en 1964 a Jerry Masucci, un abogado que amaba la música latina para empezar la aventura musical del sello Fania Records, vendiendo LPs desde el maletero de un coche . Todo empezó en realidad cuando su nuevo fichaje Larry Harlow, un músico judío y devoto de la música latina, presentó a Jerry Masucci a un hombre llamado Harvey Averne.

Los inicios: Harlow y Averne:

Harlow había tocado en la banda de Averne, Arvito and His Latin Rhythms, en los años 50 cuando el jazz afrocubano dominaba los clubes nocturnos de Manhattan como el Palladium Ballroom al son de titanes del mambo como Tito Puente, Tito Rodríguez y Pérez Prado.

Averne había estado dando conciertos entre los salones de baile de Manhattan y los centros turísticos judíos en las montañas de Catskill desde que tenía 14 años. El hijo de inmigrante judio creció en Brooklyn, un barrio difícil, en esos días y en el que la música era un posible billete para salir de sus calles.

Sin embargo, la beatlemanía terminó con el reinado del mambo, y los hoteles pronto abandonaron las bandas latinas por grupos de pop. Averne comenzó un negocio de reforma de casas que le daba mucho dinero: tenía un chofer y un apartamento en el East Side, pero no se divertía. Cuando Jerry Masucci le pidió que se encargara de Fania Records prometiéndole un trabajo de 300 dólares al mes. Averne le dijo:” ¡Pero Jerry, le pago a mi chofer 300 al mes! Jerry Masucci le replicó:” ‘Bueno, entonces espero que no hayas olvidado cómo conducir'».

Averne aprovechaba siempre cada oportunidad y el auge del boogaloo fue su mejor oportunidad hasta el momento.

La consolidación: Joe Bataan

Joe Bataan, hijo de padre filipino y madre afroamericana, era un matón de barrio, expulsado de la escuela y enviado a un reformatorio donde el profesor de música le contagiara su pasiónpor el ritmo. Una noche, a golpe de navaja, se declaró líder de una banda de adolescentes y en seis meses, ya estaban grabando su primer álbum para Fania Records.

Gypsy Woman” de 1967, fue grabado en un día. Su canción principal fue una versión latinizada de Curtis Mayfield que, junto con los himnos contemporáneos de boogaloo, I Like It Like That de Pete Rodríguez y Bang Bang de Joe Cuba, marcaron un cambio generacional dentro de la música latina. Y es que el Boogaloo cambiaría las tornas. En 1968, la banda de Bataan fue elegida banda latina del año, por encima de Puente, Machito, Rodríguez y el resto. Su tercer álbum, “Riot”, superó a todos ellos y vino a contar que ese nuevo ritmo llamado boogaloo mandaría en las calles del East Harlem.

Johnny Pacheco, tenía claro que el boogaloo está cambiando las tradiciones de la música latina. Los sellos más grandes de la industria musical hacían incursiones en el soul latino pero más como moda pasajera que como línea de negocio; solo había dos DJs de radio de Nueva York que pinchaban música latina, Symphony Sid y Dick «Ricardo» Sugar. La música latina era la banda sonora del gueto.

La progresión: Ray Barretto

Después del boogaloo, el sello Fania Records fichó al percusionista puertorriqueño Ray Barretto, quien le dió caché al sello. Barretto había tocado la conga para Puente, había grabado para Blue Note y había lanzado un single de éxito, El Watusi. En 1968, Averne produjo el debut de Barretto para Fania Records, Acid. A pesar del título, no era una obra de rock psicodélico, sino más bien una actualización radical de la música latina tradicional. Averne habla de ese tema como el hito que marca la evolución hacia el género que caracterizó a Fania: la salsa.

La salsa aglutinaba estilos y ritmos tradicionales originarios de Cuba, Puerto Rico y la República Dominicana que vivieron un resurgimiento en los años 70, gracias a una generación de nuyoricanos que la tomaron como banda sonora de sus días. Bebía del pasado, enlazaba con las raíces de la patria y añadía como elementos nuevos una fuerte presencia de la percusión, de metales alegres conducidos por un piano.

La salsa de Fania Records se estaba convirtiendo en el sonido de la ciudad de Nueva York latino y eclipsaba al boogaloo. El baile y los clubes nocturnos como el Cheetah en Broadway y la calle 53 anticiparon las emociones de la época del sonido disco.

Harlow fue una pieza clave del sonido y buscó equiparar la salsa a la música rock. Fue el primer artista de música latina en hacer giras con su propio sistema de sonido y espectáculo de luces. Harlow fue el culpable de Hommy, una «ópera latina» sobre un intérprete de conga sordo, ciego y con problemas del habla, después de Tommy la ópera rock pionera de The Who

Llegaron nuevos fichajes al sello como el trombonista y líder de la banda Willie Colón y el cantante Héctor Lavoe, a quien Izzy Sanabria ,el director de arte deFania Records, retrató como gángsters en álbumes como Cosa Nuestra de 1969 y Wanted By FBI de 1970.

El éxito: Fania All-Stars

Pacheco quería que sus artistas trabajaran juntos por el bien del sello y montó un supergrupo, los Fania All-Stars, que incuían a Barretto, Harlow, Colón, Lavoe, Ismael Miranda, Bobby Valentin, Mongo Santamaría y muchos más.

Los All-Stars estaban en la vanguardia de las ambiciones de Pacheco y Jerry Masucci de lanzar Fania y la salsa a nivel mundial. Fueron la atracción principal de Our Latin Thing, una película de conciertos de 1972 que capturó el glamour de East Harlem de los años 70; recorrieron Europa, África y Japón y encabezaron el Yankee Stadium. Fania se convirtió en sinónimo de salsa y, a medida que avanzaba la década, el negocio era tan bueno que Jerry Masucci recorrió Manhattan en un Rolls-Royce con chófer con la matrícula «Salsa-1».

El final

Pero el idilio no duraría y la música disco detuvo el progreso de Fania Records. Averne dejó el sello en 1972 para formar su propio sello, CoCo Records. Después de separarse de Colón en 1973 para perseguir el estrellato en solitario, Lavoe luchó contra la fama, la adicción a las drogas y la depresión. Lavoe murió de SIDA en 1993, a los 46 años. Colón se asoció con Rubén Blades en 1978;

Bataan dejó Fania Records después de disputas salariales y un intento de sindicalizar a los artistas del sello; en 1974, cofundó el sello Salsoul, casando la salsa con la música disco. Los All-Stars firmaron con Columbia Records a finales de los años 70.

Fania Records fue leyenda y es ahora cuando podemos afirmar que fue el icónico sello latino de todos los tiempos.

Johnny Pacheco, continuó enarbolando la bandera de la salsa hasta su muerte, a los 85 años y Jerry Masucci murió de un ataque al corazón en 1997, a los 63 años.


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