Roger Waters vuela sobre el Sant Jordi por última vez

Escrito por el 22/03/2023

Rozando los 80 años, el exlíder de Pink Floyd volvió a llenar el Palau Sant Jordi de Barcelona con la gira «This Is Not A Drill» (con la que supuestamente se despedirá de los escenarios), culminando con un concierto mucho más personal y con fuerte carga política, con mensajes muy profundos que invitaron a la reflexión, pero que también son objeto de críticas por organizaciones y gobiernos, incluso costándole algunas cancelaciones con una gran polémica, ya que el gobierno alemán lo acusa de ser uno de los mayores antisemitas actuales. Aun así, Roger Waters siempre encuentra la manera de reivindicar sus ideas, plasmándolas de manera creativa en sus conciertos: un claro ejemplo fue la gira «The Wall», con parada también en Barcelona, o la más reciente en 2018, «Us + Them». En esta ocasión volvió a recorrer el panorama social, climático y político actual, haciendo hincapié en muchas de las verdades que vivimos, poniendo cara a muchas de las víctimas de las guerras o de la sociedad.

La situación entre Israel y Palestina, la guerra de Ucrania o la acusación de crímenes de guerra a los últimos presidentes de Estados Unidos fueron algunas de las reivindicaciones de mayor peso a lo largo de una actuación de tres horas, que se dividió en dos bloques separados por un descanso, y 24 temas que repasaron los mejores momentos de su antigua banda, pero que también sirvieron para profundizar en su carrera personal. Acompañado por Jonathan Wilson y Dave Kilminster a las cuerdas, Jon Carin y Robert Walter a los teclados, Joey Waronker a la batería, Shanay Johnson y Amanda Belair a los coros, Gus Seyffert al bajo y Seamus Blake al saxofón, Waters formó una banda sin brecha visible, ejecutando perfectamente la era dorada de Pink Floyd en otra noche memorable del músico británico.

Con el inicio de Comfortably Numb, tema que ni por asomo esperábamos para abrir la velada, la gigante pantalla en forma de cruz instalada en el centro de la pista se alzaba para poder ver ahora con claridad la magnitud del espectáculo, permitiendo una mayor visión de 360º. Potente sonó The Happiest Days Of Our Lives con uno de los mejores sonidos que recuerdo en el Palau Sant Jordi, helicópteros y disparos parecían tan reales que llegaban a desconcertar. Las partes 2 y 3 de Another Brick In The Wall se enlazan de manera magistral, pero sin coros de niños, como muchos esperaban.

Tras dos composiciones en solitario, sentado al piano, nos presenta The Bar, tema compuesto durante la crisis del Covid y que no es más que la necesidad de hacer visible la falta de libertad vivida en la reciente pandemia. “Wish You Were Here” hacía aparición con Have A Cigar y la que da nombre al disco, con imágenes de Syd Barrett incluidas en una interpretación muy sentida. El momento de éxtasis llegó justo antes del descanso con una Sheep arrolladora en sonido y que fue testigo de una oveja sobrevolando encima de nuestras cabezas, rescatando así el mejor corte de “Animals

Después de un merecido descanso, Waters y los suyos asaltaban el escenario para afrontar una segunda parte mucho más oscura, contundente y visceral. Uniformado con estética fascista, abrigo típico de las SS y lonas negras con martillos cruzados que caían del techo del pabellón para interpretar una In The Flesh, siendo una de las mejores de toda la noche. El mítico cerdo volando por el Sant Jordi, visuales de escándalo o Waters disparando una ametralladora al final del tema fue realmente apoteósico.

Muy celebrada fue Run Like Hell, subiendo el nivel para llevarnos de nuevo a sus composiciones en solitario; la de más peso fue Is This The Life We Really Want?, que se centró en los derechos humanos, insistiendo en los derechos de los palestinos, los yemenís, las personas trans… De ahí en adelante, la obra prima que es “The Dark Side Of The Moon” llevaría la batuta casi hasta el final del concierto: Money fue cantada por un incombustible Jonathan Wilson y Us And Them, Any Colour You Like o Eclipse vestirían al escenario bajo unos láseres que emulaban a la famosa portada del disco.

Waters mantiene la energía y la capacidad de emocionar, haciendo estremecer a todo un estadio con sus imponentes producciones mastodónticas que, música aparte, merecen ser vistas por cualquier amante de la música al menos una vez en la vida. En la recta final, ya sentado, habló de la sociedad en la que vivimos, recordó a su hermano, habló de la guerra de Ucrania y las muertes que está dejando en los dos bandos, mientras brindaba con mezcal con el resto de los músicos para luego presentarlos uno a uno al son de The Bar (Reprise) para ir dejando el escenario mientras saludaban y daban las gracias, rematando de manera impecable en el backstage con caras de felicidad, casi tanto como las nuestras. Una bonita despedida a uno de los más grandes compositores de la historia.

Texto: Manel Ferrer
Imágenes: Kate Izor (concierto de Lisboa)


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