UN IMPULSO AL VACÍO

Escrito por el 20/04/2022

por Pol Romero Navarro


El pasado viernes 15 de abril La [2] de Apolo se llenó para recibir a Viva Belgrado. La
banda cordobesa se dejó la piel, trasladando su potencia a un público absolutamente
entregado que terminó agotado y tremendamente emocionado tras más de dos horas
vibrantes de rock.


La noche empezaba de la mano de Medalla. El grupo barcelonés —que acumulaba un
buen número de seguidores entre el público— caldeó el ambiente con algunos de los
mejores temas de su último álbum, Arista Rota (2021). La banda, liderada por Eric
Sueiro (voz, guitarra y sintetizador), ofreció un excelente directo. La ausencia de los
acompañamientos de viento que tan bien funcionan en el estudio no supuso ningún
problema, de hecho, dotó a las canciones de un tono mucho más crudo, rebelde y
directo. También hubo tiempo para canciones pertenecientes a otros LPs. “El Tajo”
—de su segundo disco, Medalla (2019)— supuso un inicio espectacular, característica
que se mantuvo a lo largo de todo el directo con otras grandes piezas como “Velázquez”
o “Leviatán”. Los brincos y los virtuosos solos de Joan Morera (guitarra) también
fueron constantes a lo largo del directo, al igual que la sonrisa que estuvo dibujada en
los rostros de todos mientras Medalla propulsaba la noche hacía el maravilloso
estruendo que nos iba a deparar Viva Belgrado.


Un acorde de guitarra suspendido en el vacío, seguido de una batería irrumpiendo
intensamente generó la explosividad necesaria para desatar la locura entre el publico de
la sala. Viva Belgrado inició el concierto con tres temas del sensacional Bellavista
(2020)
. “Un Collar”, “Vicios” y “Shibari Emocional” fueron un comienzo de escándalo.
Con el bajista Ángel Madueño en el centro del escenario y de espaldas al público —una
posición característica sobre la tarima—, y escoltado por Pedro Ruíz (segundo
guitarrista) a su izquierda, Cándido Gálvez (voz y guitarra) a la derecha y Álvaro
Moreno (batería) frente a él, el directo de Viva Belgrado fue, sorprendentemente, de
más a más. El ímpetu brindado durante los primeros minutos de concierto era tal parecía
imposible aguantar ese que, en cualquier momento, podría haberse apagado. Sin
embargo, fue justo lo contrario.


Tras “Un Relato” —perteneciente a uno de sus último EPs, Paralelos/Meridianos, Vol.
1
Viva Belgrado se trasladaron a terreno Ulises (2016), interpretando “Erida”,
“Annaprunas” y “Transatlántica”, esta última con un principio memorable gracias a su
resquebrajado riff inicial. Con la voz de Gálvez logrando sus límites expresivos pese a
verse un tanto encubierta por el bullicio guitarrístico que le acompañaba, la banda
destensó el ambiente con “Apaga La Llum” y, seguidamente, “Báltica” supuso el salto a
su álbum debut, Flores, Carne (2014). Las entrelazadas “De Carne y Flor” y
“Madreselva” fueron, sin duda, uno de los grandes momentos de toda la noche. La
entrega del público ya era total y su conexión con la banda era tan poderosa como la
energía que desprendía su sonido, como así demostraron los coros: «Es el precio a
pagar… ¡por estas canciones!»


Aparentemente, el concierto parecía relajarse una vez más con “Por la Mañana,
Temprano”
, pero terminó desatándose definitivamente con el final de “Osario”, a la que
le siguieron “Amapolita Blues” y la recientemente publicada “Pena Sobre Pena”.

Finalmente, la apoteósica “El Gran Danés” conquistó La [2] de Apolo y Viva Belgrado
se despidió con “Ravenala”.


El público fue invitado a liberarse completamente, a sentir un pulsión visceral que
fragmentara el interior de los cuerpos, un impulso al vacío. Y respondió de la mejor
manera posible, dejándose llevar por la pasión de Viva Belgrado y disfrutando de una
atmosfera sonora inigualable.


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