Una Carretera Perdida
Escrito por Anatemas Fist Bar! el 04/04/2013
Música que nos acompaña en los pasos por las calles sin asfaltar de Barcelona que nos conducían a carreteras perdidas.
Pasión por la subcultura de machote norteamericano – el cuero negro, las ray-ban oscuras – violentamente underground.
Subcultura la cual, con un fino sentido del humor, será puesta en entredicho por J.G. Thirwell y Roli Mosimann con su aventura musical llamada Wiseblood. O por David Lynch en el terreno melodramático con Corazón Salvaje y Carretera Perdida.
En esta edición nos visita el periodista y director de cine Marco Aurelio, hijo del señor Bevià, Mark para los amigos.
Años 80. La amistad de Mark con Delfín se remonta a sus años de primero de carrera, a través de aventuras fan-zinerosas previas, durante esa etapa de salidas nocturnas tan pareja al inicio de la juventud. Marc cursa estudios de Ciencias de la Comunicación y vive con sus padres; Delfín está matriculado en Biología, toca en un grupo y da clases particulares de Matemáticas. Hasta aquí, todo correcto.
Marco Aurelio le descubre a Delfín grupos oscuros como Laibach, Death In June o The Glove . Y regala varias de las primeras cintas de cassette con música que escucharemos en FistBar! entre 1987 y 1988. Cuando todavía teníamos la barra en la entrada. Cuando éramos alternativos. Cuando regalábamos prensa musical.
Hablemos de prensa musical especializada. Sitúemonos en esos años previos a 1987 o 1988. Son años en los cuales Alaska visita personalmente a Picarol para que le emita por la radio sus singles del sello Tres Cipreses, pues ninguna emisora FM convencional los radía.
Como fuente de información para la juventud ochentera barcelonesa, Radio Pica, emisora pirata de la que uno no sabe a ciencia cierta si venía de o iba hacia, es un referente musical que modula y promueve estos sonidos pretendiendo así dar muerte a la new wave o al pop británico de la escuela SAW ( Stock Aitken Waterman ). Se deja escuchar cuando no dan nada interesante en Radio 3.
Papel Impreso. La cabecera de la prensa oficial del régimen musical es Rock Espezial. Sigue las pautas que le marcan anunciantes y publicistas y deviene una revista de música para enamorados de la moda juvenil. O eso dicen. Son años en los que cuatro editores amigos llegan a un desacuerdo y deciden dividir sus caminos marchándose con la música a otra parte.
Con la mirada puesta en el Vibraciones o el Star de Juanjo, Ignacio Juliá y Jaime Gonzalo se escinden de la editorial del antiguo RockDeLux y montan una revista como los fanzines, que eran tope auténticos y en blanco y negro. La revista se llamará Ruta 66. Como la canción de Louis Prima. Será devota a ese imaginario inexistente que ellos viven con intensidad. Radical, como la bebida. Contará con firmas como la de Oriol Llopis. Inyectará pasión por Johnny Thunders, por el CBGB, por The Velvet Underground, por La Juventud Sónica, por el tipo de estilo musical que circula en formato onírico visual dentro del programa Arsenal de Manuel Huerga.
Después de toda revolución generacional procede una involución en el mismo sentido. Es una ley básica de la hidráulica. Tras el adiós de la gran esperanza blanca en el 77 tenía uno dos caminos: Convertirse en un yuppie o mirar hacia el pasado con rabia.
El punk no se había muerto. Era imposible. No podía ser. Se necesitaba otra revolución. Ya está. Ahora se llamaría punkrock, un estilo musical que siempre ha existido y que existía incluso antes de que el señor Colón descubriera a los indios de América. Un estilo musical fácil de catalogar en las cubetas de las tiendas de discos. Punkrock éramos tú, yo, y hasta el hippie reciclado. Incluso el Vaquilla era punk, con ese look que llevaba a lo Dee Dee Ramone. Punk was re-born in the U.S.A.
¿Donde estabas tu en el 77? espectoraba Loquillo. Haciendo la primera comunión o en el vientre de nuestra madre, respondíamos nosotros.
[zilla_toggle title=»Dato histórico importante que suele pasar desapercibido» state=»closed»]
Para entender este proselitismo personal en la prensa musical y esta división de caracteres, debe uno tener presente un detalle importante que suele pasar desapercibido a los investigadores e historiadores de nuestros tiempos. Y éste detalle es el siguiente: La generación a la cual pertenecen los editores y periodistas musicales, y la estrategia comercial que los comercios de venta de electrodomésticos y aparatos de reproducción empleaban para con sus clientes.
Sin música el aparato no sirve de mucho que digamos, por tanto, se le incluye con el lote un sencillo o una cassette para que usted lo pueda disfrutar cuando llegue a casa y lo enchufe. Cliente contento es cliente que vuelve.
Si uno ha nacido a finales de los sesenta o a inicios de los setenta, esos mismos vendedores al detall le regalan a sus catorce años, con la compra del producto, un larga duración de los Kraftwerk o de la ELO.
Fruto de ello, los nacidos en este periodo de tiempo abanderan y apadrinan un festival de masas transcurrido en nuestra ciudad llamado Sónar.
Si uno ha nacido en los años cincuenta o a inicios de los sesenta ( caso Juliá y Gonzalo ) los vendedores de electrodomésticos le obsequiaban con la colección completa – o un single, siendo rácanos – de The Beatles para que así se pueda comprobar la calidad y buen servicio del aparato doméstico, adquirido como regalo de cumpleaños.
Fruto de ello, los nacidos en este periodo de tiempo abanderan y apadrinan los conciertos de rock y las salas de ensayo. Y fruto de ello, en dejar la adolescencia, siguen la senda que la alternativa Beatle – sus satánicas majestades – inicia en el campo de la música ligera moderna.
[/zilla_toggle]
Marco Aurelio Bevià y Delfín comparten la afición por el género de la historieta gráfica y por la música de importación. Marc hereda la pasión por el mundo del tebeo de su padre, y Delfín hereda la colección completa de The Beatles de uno de sus abuelos. Ese era el imaginario que nos permitía a unos jóvenes casi adolescentes evadirnos de una movida barcelonesa entonces constituida por los perros del Hortelano, nostálgicos supervivientes del Canet Rock, por seguidoras de ese nefasto subgénero de la música popular denominado jazzrock, por progres con ínsuflas teleológicas. Por pseudo-vaquillas. O por gente pija enfundada en sus zapatillas naúticas y sus Lacoste planchados de color rosa salmón. O por yonquis. Y por lumis.
Sin duda alguna, muchas almas de nuestra generación nos encontrábamos en franca minoría. En no pertenecer a ninguna de los grupos genéricos de la urbe, éramos considerados los chicos raros.
Intentábamos unir nuestros gustos por la música de calidad británica y continental que escuchábamos y abrazar también al amigo americano. La música y el cómix eran nuestra válvula de escape. Éramos voluntariamente esclavos de la imagen. Retorno a un pasado que nunca vivimos y que debería ser mejor. Intentábamos no desviarnos de la autopista de la modernidad, y seguir nuestro camino, para no derrapar con la salsa, la rumba o el flamenco. De mayores no nos imaginábamos viviendo entre las barracas del Somorrostro de la Barceloneta o del Carmelo. Ni en Coney Island.
Teníamos claro – eso sí – que con la música no se hace ni se llega a ninguna revolución. La música las acompaña, de haberlas – las revoluciones -, como acompaña el paso de una tropa formada dispuesta a luchar por un mundo mejor. Teníamos claro que porque John Simon Ritchie se dedicara a lo suyo, no teníamos que hacerlo nosotras ni nosotros, ni era algo que fuera digno de glorificar. Hacer, pensar y actuar como lo hacen tus ídolos de juventud es propio de las lectoras del Super-Pop. O de los heavys. Y todos los chicos y chicas raros – por motivos largos de explicar y defender – no éramos fans de ese tipo de publicaciones.
Mark no se pierde ni un concierto, pues de mayor quiere ser crítico musical independiente de los de verdad. De los que escriben de conciertos porque han estado allí. Nos visita y nos recomienda y explica una selección de 4 ana-temas de su colección de rock alternativo, tan de moda en la escuela siniestra y seis-seis-sera del extra-radio obrero de Barcelona, y que también nos entusiasma en Fist.
[zilla_toggle title=»TrackList Marc Aureli Bevia – Fist Sessions» state=»closed»]
Gone To Texas ( 1987 ) anatema de los británicos The Godfathers.
Concierto un 22 de Junio de 1988 en la sala Zeleste. Presentan su larga duración Birth, School, Work, Death.
Thunderhead ( 1987 ) de The Gun Club. Concierto un 4 de Diciembre de 1988 en Zeleste.
Anatema perteneciente a su larga duración Mother Juno. Producido por Robin Guthrie de Cocteau Twins, fue un álbum que obtuvo muy buenas críticas. Contaba entre las filas de su formación con Blixa Bargeld o Kid Congo Powers a quien pudimos ver sobre el escenario. The Gun Club es una banda fomada alrededor de Jeffrey Lee Pierce, conocido antes de su debut en el mundo de la canción por ser el presidente del club de fans de Blondie en L.A.
Love and Desperation ( 1985 ) es la canción que abre el álbum en solitario de Jeffrey Lee Pierce Wilweed. Publicada por el sello indie Static Records, famoso por prensar los álbumes de The Chameleons. Las producciones de Static Records son distribuidas en Barcelona por Marilyn Records, una tienda que estaba situada en la Riera Baixa del barrio del Raval al que entonces llamábamos Distrito V.
Diamonds, Furcoat, Champagne ( 1987 ) sencillo de Primevals, versioneando a Suicide.
Grupo de Glasgow fundado en el año 1983 con claras influencia de MC5 o The Stooges. [/zilla_toggle]
Siguiendo esa carretera de supuesta autenticidad ,conocida por la gran mayoría debido al éxito de The Jesus & Mary Chain y heredera de un sonido punkrock de origen norteamericano, la revista Ruta 66 genera y abandera una escuela que, curiosamente, sus mismos editores nunca vivieron o conocieron de manera personal. Todo un ejercicio de imaginación y voluntad que creó moda en la movida, con frases tan desafortunadas como la de ser de los que escuchan Louie Louie o ser de los otros.
En fin, independientemente de las afinidades personales y de la excitación, del rubor o la polución nocturna que en un joven o adolescente produzca la visión de ese descarado culazo prieto enfundado en tejanos, cuyo bolsillo lateral deja asomar un pañuelo rojo; y que aparece como portada del disco Born In The USA, motivos de esa riña y cambio de tendencia en moda se explican, no como el resultado de una desaveniencia estética, pero de un efecto-causa denominado síndrome de la línea clara vs. la línea oscura. Lo que desunía, hablando en términos de repostería, era esa manía adquirida de ser partidario o del azúcar blanco o del azúcar moreno.
El resultado : Una desafección por la cultura de la polis y el no comprometerte por unos ideales – correctos o incorrectos – como los que nuestros abuelos y abuelas todavía mantenían. Una desafección generacional y un sentimiento de pertenencia a ninguna clase. Detroit es una ciudad fantasma. Gentuza llama a tu puerta de madrugada. Triste es pedir, pero más triste es robar.
La actitud aristoteliana, el tener cultura política, el poder ser radical pero viviendo un criterio y un compromiso ideológico, sí se preserva en los círculos de amantes de la subcultura pop e industrial o techno de aquellos años. Sabios descendientes del rock entendido éste como una de las malas artes; bisnietos del cabaret brechtiano, generación fiel a la tradición post-situacionista o post-dadaísta de la música europea y británica de lustros anteriores. Jóvenes conscientes de que el ser humano es un ser vivo que reside y se realiza en sociedad.
Nos gusta la imagen teddie-boy maldita que Malcolm McLaren y Vivienne Westwood diseñan y preconizaban en el año 1972. Y nos gusta que las bandas que vemos en directo no tengan nada que ver con los triunfitos. Por nada en especial.
En aquellos preciosos años; Mark, Delfín, La Funambulista Musical y DJ Kollaps se reúnen y se saludan los fines de semana por la noche en la Sala 666 de Barcelona. Tanto si había concierto como si no. Un espacio donde la vestimenta de cada uno y de cada una era tan o más importante que la pertenencia a una u otra tribu urbana. Y eso nos unía. La música también. Como la carretera que une a los motoristas que no se conocen con anterioridad y los convierte en amigos de viaje inseparables.
DJ Kollaps se enfunda sus botas camperas y recupera una joya: Wall of Voodoo, el grupo de Stan Ridgway, el cual nos presentó en un anterior edición del programa.
Sin embargo el tema que escucharemos, The Far Side of Crazy, fue el primero que sacó el grupo antes de que Ridgway iniciara su carrera en solitario, allá por 1983. Tras su marcha Wall of Voodoo siguió unos pocos años más, pero sin el éxito que tuvo con Stan Ridgway. Pero algun tema, como éste que escucharemos, llenó algunas pistas de baile con ese pop rock del lejano oeste.
Os dejo con Wall of Voodoo y su The Far Side of Crazy.
La Funambulista Musical, va a ver a The Cult en su concierto en Barcelona y observa que unen y gustan a fauna de los más variopinto. Lo mismo sucederá con Ramones.
Rescatamos en vuestra edición número 23, uno de nuestros secretos mejor guardados: Una selección musical que forma parte de esas cintas de cassette, de una música que nos apasionó en un momento determinado de nuestras vidas, la cual siempre nos acompañara dejándonos un buen sabor de boca.
Músicas que permitieron que en Fist se juntarán varias generaciones de buenas personas. Personas que estuvieron viendo en directo a Lou Reed en Badalona. O a Nick Cave en la Sala 666. O a La Propiedad Es Un Robo. O a Siouxie en Studio54. O Alan Vega en OttoZutz. O a Derribos Arias en el Palau Sant Jordi. Buenas personas a las que unía esa pasión por la música y ese camino por una carretera que nos llevaría a ninguna parte.
Música que muchos y muchas, clasificaban como ruido sin importancia cultural. Música que hizo que una nueva generación de teen-agers conocieran a sus predecesores, la cual sentó camino para la llegada y triunfo del movimiento Grunge.
Música que hizo en parte que grandes personas com tú, como aquella quinceañera, como Oriol Llopis, Pau Malvido, Osito, La Spiti, Jaume Martí o Chopper – cuando llegan a FistBar! – se sientan como uno se siente en casa sin hacer las cosas que hacen en su casa; y que nos acompañen, sentados a la izquierda de la barra como siempre, durante los siguientes ocho años Fist de aventura filantrópica social, estética y cultural.
Música la cual nos acompañaba en los pasos por esas calles sin asfaltar de Barcelona que conducían a carreteras perdidas.
Nos visita Mark, quien trajo de la manita a los Einstüerzende Neubaten tras su concierto en Barcelona en 1991, a FistBar!. Y quien en vuestro show de hoy, con su cazadora negra y sus zapatos de fieltro puestos, nos regala 4 ana-temas 4.
Bienvenido y bienvenida, a tu programa favorito. Dale al play del reproductor y pisa el acelerador.