VIDA Festival 2018: crónica del festival
Escrito por scannerFM el 03/07/2018
El festival VIDA cumple un lustro lleno de éxitos y buena música. Buena muestra de ello son los 33.500 asistentes que han desfilado durante el pasado fin de semana por la Masia d’en Cabanyes (escenario de los conciertos más multitudinarios) y la Daurada Beach Club de Vilanova i la Geltrú. El VIDA es un festival que ha conseguido afianzar a un público fiel gracias a la combinación de un enclave natural perfecto con las dimensiones y las prestaciones de un festival de formato medio.
Arrancamos la jornada del viernes con Núria Graham en el escenario La Cova, un concierto con gran afluencia de público donde pudimos disfrutar de los temas de «Does It Ring A Bell?», su segundo álbum que vio la luz el año pasado. La artista natural de Vic pasa por un dulce momento artístico, destilando seguridad en si misma, defendiendo un cancionero que nada tiene que envidiar a otras artistas internacionales de la órbita folk en la que se mueve.
Y es que el folk es un estilo inherente al VIDA, prueba de ello fue el directo de Nick Mulvey, la primera confirmación de esta pasada edición. El cantautor británico, miembro fundador de la formación jazzística Portico Quartet, decidió emprender su carrera en solitario, que le ha llevado a presentar su segundo álbum «Wake Up Now» en el VIDA. Aún con un público entregado en las primeras filas, su actitud simpática contrastó con unas canciones que en directo sonaron bastante planas.
Uno de los platos fuertes de la jornada (y de todo el festival) fue el directo de St. Vincent. La puesta en escena fue imponente (Annie Clark y sus tres acompañantes ocupando su correspondiente podio), jugando con una efectiva iluminación y una gran pantalla en la que se sucedían unos visuales exquisitos realizados para esta gira, un aspecto el visual con el que St. Vincent ha dado un paso de gigante, recreándose en su imaginario arty y que ya veíamos venir con su disco homónimo de 2014. Ataviada con una guitarra diseñada por ella misma (una Ernie Ball ‘Music Man’), Clark ofreció su último álbum «Masseduction» prácticamente en su totalidad y rescatando otros hits de su carrera como Digital Witness, Rattlesnake o Cheerleader. Un directo que lanzaba dardos contra las convenciones sociales sobre la estética, la edad y el sexo con grandes dosis de teatralidad y movimientos matemáticos.
Tras el subidón de St. Vincent, la fiesta prosiguió con los franceses DBFC, que vinieron con su sonido que bebe de bandas como LCD Soundsystem o Jagwar Ma, ritmos disco y guitarras post punk. Sin duda una banda a tener en cuenta en el futuro, y que seguro harían buenas migas con Franz Ferdinand, el otro cabeza de cartel del sábado. Pese a que no se dejaron ningún hit en el tintero (Take Me Out, Michael, This Fire, Do You Want To y otros tantos himnos), la época dorada de los escoceses ya pasó. Los años no pasan en balde para nadie y, aún con algunos momentos de lucidez, vimos a unos Franz Ferdinand con el piloto automático ofreciendo versiones ralentizadas de sus hits, pese a que vinieron a presentar su último álbum, «Always Ascending», muy enfocado a la pista de baile (del estudio). Han perdido el punch de antaño, pero ello no quita que las nuevas generaciones los disfruten como lo hicimos nosotros en su día, tal y como pudimos ver en las primeras filas.
El viernes noche lo cerramos con Joe Crepúsculo y Guille Milkyway, dos referentes de la música de baile alternativa de nuestra tierra. Joe Crepúsculo se presentó en el escenario Masia (el segundo más grande del festival) con un repertorio crepuscular muy reciente (viene de lanzar dos nuevos álbumes seguidos, «Disco Duro» y «Las Nanas») junto con otros temas que no podían faltar a esa hora de la noche como Mi Fábrica de Baile. Dejó el listón bien alto a Guille Milkyway, quien tampoco tuvo muchos problemas en convertir el terreno de la Masia d’en Cabanyes en una pista de baile con su electro pop edulcorado y bailongo.
El sábado lo empezamos con el cantautor Elvis Perkins en el escenario Masia. Aunque su último álbum sea una banda sonora para una película de terror psicológico («The Blackcoat’s Daughter», creada y dirigida por su hermano Oz Perkins), el legado de «Ash Wednesday» y su más reciente «I Aubade» son los que llevaron el peso de su directo, que navega entre el folk y el rock alternativo con toques pop.
Y del universo de Perkins saltamos a otro universo no menos interesante, el del polifacéitco Albert Pla. Sin duda uno de los mejores directos (y más divertidos) de esta edición del VIDA. Empezando con una hilarante historia con el cantante de Antònia Font en un vuelo Barcelona-Mallorca, Pla disparó sin concesión alguna contra todo y contra todos: la situación política, la monarquía, el heteropatriarcado… Grandes dosis de improvisación e ingenio acompañadas del guitarrista flamenco Diego Cortés, no menos hábil a la hora de improvisar y seguir las provocaciones del impredecible Albert Pla. El escenario El Vaixell (en medio del bosque de la Masia d’en Cabanyes) es un emplazamiento precioso y único en el festival, si bien al mismo tiempo se vuelve impracticable por la excesiva afluencia de gente, ya que hay momentos en los que el concierto de El Vaixell es el único escenario donde suena la música, y eso lo convierte en un escenario por momentos inaccesible.
Uno de los grandes reclamos del sábado fue Iron & Wine, y sin duda cumplió las expectativas. Presentándose esta vez con formato banda, Sam Beam nos sirve «Beast Epic», un álbum en el que se desprende de las orquestaciones de sus anteriores trabajos y busca la simpleza en sus composiciones para tratar sobre la belleza y el dolor de hacerse mayor. Nuevos temas como Last Night o Bitter Truth cuadraron a la perfección con temas antiguos de sus celebrados «The Shepherd’s Dog» u «Our Endless Numbered Days».
La noche cae y el ritmo y los decibelios suben de la mano de Jungle By Night, un combo de nueve músicos llegados desde Amsterdam dispuestos a poner patas arriba el escenario Masia. Y realmente al principio lo consiguen, su directo es toda una fiesta y el buen rollo que irradian se contagia con mucha facilidad, aunque igual que viene ese buen rollo, poco a poco se va desvaneciendo conforme avanza su directo, quizás debido a un registro musical demasiado uniforme y poco variado.
Estamos cerca de la medianoche y llega el momento de They Might Be Giants, banda de culto norteamericana liderada por John Flansburgh y John Linnell. Probablemente es en un festival donde solo podremos disfrutar de bandas como TMBG, todo un derroche de diversión y rock americana que no convenció a buena parte del público, como se vería en una esplanada medio vacía. Los norteamericanos vinieron a presentar su vigésimo álbum de estudio, «I Like Fun», y así lo mostraron con un divertido juego de cámaras y proyecciones sobre el escenario. Quizás no era la hora más adecuada para programar a They Might Be Giants ni para escuchar temas como The Guitar – The Lion Sleeps Tonight (que para algunos sería un poco bajona), pero hay que reconocer el buen hacer y la solvencia de la banda. Birdhouse in Your Soul o Your Racist Friend son algunos de sus temas más conocidos que sonaron, junto con la divertida versión de Istanbul (Not Constantinople), con la que cerraron arrancando una sonrisa a más de uno.
Volvemos al escenario La Masia para ver el directo de Hookworms, una de las propuestas del sello Domino. Con tres discos a sus espaldas, los de Leeds presentaron los temas de «Microshift», su último álbum que ha sido muy bien recibido por la prensa musical. Es inevitable escuchar al cantante y no acordarte Alexis Taylor de Hot Chip por su tono vocal, pero no os engañéis, Hookworms tienen una sólida propuesta que bascula entre el krautrock, la piscodelia y el noise. Con fans declarados como Bobby Gillespie de Primal Scream o Julian Cope, quizás deberías darles una oportunidad si aún no los conoces.
Uno de los conciertos que sirvieron para remontar la noche fue el de los canadienses of Montreal, que llegaron a Vilanova i la Geltrú para presentar los temas de «White Is Relic/Irrealis Mood», su último álbum que vio la luz en marzo. Su líder, Kevin Barnes, es todo un maestro de ceremonias, esta vez travistiéndose y cambiando de vestuario cada dos por tres. Uno de los aciertos de su directo fue abandonar (al menos para esta ocasión) el formato clásico de concierto y adoptar una especie de live mix, sin descanso entre canciones y manteniendo el ritmo siempre en lo más alto.
Y aunque tres días de festival pasan factura, aún quedaban por gastar los últimos cartuchos con el directo de TVERSKY y las sesiones de Tensnake y Eneida Fever. Los locales TVERSKY son una de las apuestas del festival, pasando de tocar de La Cabana al escenario La Masia en apenas un año, y bien merecido que lo tienen. Su propuesta house y electrofunk convence, una unión perfecta entre la voz de Alan Imar (también saxofonista y flautista) y las mezclas de Xavier Paradís (miembro de Boreals). El house y el pop hedonista de Tensnake sería el encargado de cerrar el escenario principal, repasando producciones propias como Comacat o remixes para Charlotte Gainsbourg, mientras que Eneida Fever, agitadora y comunicadora de la industria musical barcelonesa, ofreció un set que tanto bebió del garage y el psyche como del funk y el soul. Dos apuestas seguras para poner el broche final a la quinta edición del festival VIDA. Y que sea por muchos años más.
Crónica de Marc B. | Imágenes de Toni Rosado
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